Armando Ruiz: el cuerpo, el texto, el dolor. Por María Luz Cárdenas

La obra de Armando Ruiz se destaca como una de las propuestas de mayor interés en los enlaces posibles del arte venezolano con el problema de los quiebres de la realidad. Se coloca en las fisuras generadas por la violencia y los abusos del poder, siempre desde una perspectiva que atañe a la corporalidad –al objeto desde el cuerpo. Lo considero un excelente ejemplo del paso del Realismo Social al Realismo Conceptual en el país, donde los artistas abordan la representación como discurso y no como tema de figuración, con francas libertades expresivas, nuevos recursos y, sobre todo, con una estimable capacidad de trazar nuevos relatos y escrituras de lo social.

 

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Su reconocida participación en el Salón Jóvenes con FIA 2012 legitimó esa construcción narrativa desde el cuerpo a través del objeto: una serie de armas blancas y objetos punzo cortantes en metal y tejido (huesos filosos, cabellos), exhibidos la manera de demostración arqueológica de elementos encontrados, casi científica, en contraposición con la ferocidad expresionista de la talla. La brutal presencia de esta instalación demostró la solidez de las estrategias conceptuales y plásticas del artista, que se refuerza considerablemente con la exposición Aún sin título en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia. La muestra podría ser entendida como un complejo texto del horizonte emocional que ha embargado al venezolano a partir de los escenarios represivos, atropellos y arbitrariedades por parte de los cuerpos policiales del gobierno frente a las protestas estudiantiles. Armando levanta su voz mediante la redefinición del imaginario colectivo: “Sin poderme alejar de esta realidad que en muchos casos me abruma por la incapacidad de poder hacer algo contundente para cambiarla he decidido manifestar mis inquietudes a través del vehículo del arte, no alejándome de lo que he venido haciendo desde mi trabajo visual”, señala en la declaración de principios de la exposición que articula sus memorias de la sangre.

 

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Las obras exhibidas manifiestan la nitidez de su discurso: en la serie Sin País imprime y deconstruye el dolor de la miseria sobre libros de tela. Mapas de Venezuela, banderas, armas y frases cortas nos desarman ante la violencia. Realiza primero un registro fotográfico de los indigentes que a medianamente sobreviven en las calles. Luego imprime la imagen en sangre humana sobre la tela. La idea en la exposición es ampliar el soporte y llevarlo a sucios colchones en desuso con las mismas impresiones, que remiten a una realidad igualmente manchada y desgastada. Te derrites es un video fiero y conciso sobre el tema de la muerte sin justicia. Con sangre congelada escribe el mandamiento no matarás que poco a poco se va derritiendo hasta desaparecer, desvaneciendo su significado hasta convertirse en un charco sobre la tela. Otro video –Plastilina tricolor–, se inicia con tres bloques de plastilina, cada uno de ellos con un color de la bandera. A medida que las manos juegan con el material, lo amasan y golpean, los colores se mezclan produciendo un marrón-excremento que lleva a pensar en cómo al venezolano corriente se le ha destrazado la identidad. Con jabones de colores realizados con textos incrustados y textos que son jabones confecciona una especie de juego scrabble o quizás un crucigrama social donde se contrapone la posible limpieza que podría proporcionar el material, con un entramado de sentimientos que determinan la condición actual del venezolano (ira, abusos, descontrol, miedo, burlas, desidia o desprecio). Con letras de carne molida, cocinada y dispuesta para ser comida, acopla de nuevo textos que recomponen nuestra cartografía de las relaciones interpersonales, sometidas al maltrato, la desconfianza, la división el odio y el rencor. El proyecto incluye también las 17 bolsas de sangre utilizadas en el proceso, ordenando así una especie de inventario técnico del dolor derramado. En diálogo abierto con la Lección de Historiografía de Ara Koshiro (una pieza capital para acceder a la fragmentación y destrucción del territorio simbólico en Venezuela), Armando Ruiz coloca sobre una camilla otro mapa de fragmentos hechos con cuero de vaca teñido con sangre, a la manera de un rompecabezas cuyas piezas no alcanzarán jamás a encajar entre sí, formando un cuerpo doliente y desengranado.

La muestra es un ambicioso texto habitado por el dolor. Me gusta pensar en Aún sin título como un duro y complejo poema, hecho con frases contundentes y certeras que arman y desarman los modos de existir en la sociedad contemporánea.

 

Fuente: Oriana Hernández

 

La exposición “Aún sin título. Armando Ruiz” que inauguró el pasado 29 de noviembre de 2014 puede ser visitada en Sala Lateral. MACZUL Museo de Arte Contemporáneo del Zulia, Maracaibo

 

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