Coto de caza. Luis Arroyo entre la “vida onírica” y la “nación inmediata”. Preguntas y refutaciones para una interpretación fallida.

Por Félix Suazo

 

Luis Arroyo. Regreso de la vida onírica a la nación inmediata (contra el arte y los artistas), 2017. Foto: Cortesía del artista

 

I

Regreso de la vida onírica a la nación inmediata (contra el arte y los artistas), instalación de Luis Arroyo en el marco de la exposición Disio. Nostalgia del futuro (Sala TAC, Caracas, 4 de junio-9 de julio, 2017), sugiere algunas preguntas sobre su configuración y significado, al tiempo que interpela la compleja relación del arte y su(s) entorno(s).

 

II

Comencemos con una descripción. Una jaula translúcida hecha en tela de tul de 300 x 400 x 300 cm , una alfombra de fieltro, tres maniquíes con camisa de fuerza (dos verde olivo y uno amarillo) con etiquetas estampadas, dos cabezas de antílope (una sobre el piso y otra empotrada en uno de los maniquíes con camisa de fuerza), cuatro pájaros  (uno envuelto en fieltro, otro en el piso, otro encaramado en el hombro de un maniquí,  y otro picoteando una reproducción del Cuadrado negro sobre fondo blanco de Kasimir Malevich), una bandera blanca con una inscripción en latín. Todos los animales están disecados y provienen de una colección científica.  Con todos estos elementos, la escena parece un “diorama onírico”.  ¿Será esta una declinación actual del “Museo de Arte Moderno” (1968) broodthaeriano?.Obviamente, se trata de una “puesta en escena”, cuidadosamente aliñada con referencias diversas que van de la historia del arte al naturalismo y la psiquiatría. Pero: ¿qué significa todo esto?.

 

III

Ahora intentemos destilar las posibles resonancias del título: Regreso de la vida onírica a la nación inmediata (contra el arte y los artistas). ¿Qué significa “Regreso de la vida onírica”? ¿qué es la “nación inmediata”? ¿por qué  “(contra el arte y los artistas)”?. Dicho de manera más o menos coloquial esto vendría a significar algo así como “despertar al país real”. Sin embargo, no parece muy viable reducir el sentido de este trabajo a la interpretación del título, aunque sin duda hay en ese encabezado una afirmación y un malestar que presuponen la existencia de ámbitos separados y en franca tensión; de un lado el arte (el espacio de la “vida onírica”), del otro la realidad (¿la “nación inmediata”?). Hay allí una brecha esquizoide, una incongruencia fáctica, donde conviven la asepsia suprematista y el “naturalismo” fluxus. Malevich es la clausura de la narratividad  iconográfica y el advenimiento de un credo iconoclasta y sectario.  En tanto las reminiscencias beuysianas postulan el retorno a la epistemología de los instintos. ¿Cómo alcanzar entonces la “nación inmediata”?

 

IV

Para Arroyo, “todo signo es autoritario”, pudiendo devenir en distintivo de la moda o en parte de un credo dogmático. Claramente, la “no objetividad” postulada por Malevich  (e incluso, las sentencias beuysianas de que “todo hombre es un artista”), pueden constituir los estandartes de un programa de alienación que paradójicamente se sustenta en una perspectiva liberadora. Contrariamente a los postulados del darwinismo estético, la presunción de un devenir artístico no ha tenido un desenlace verdaderamente emancipador. ¿Puede acaso el arte cumplir esta promesa más allá de la ideología y la moda? 

 

V

A primera vista, el traje militar lleno de distintivos y convertido en camisa de fuerza supone una elocuencia engañosa que conduce al poder “uniformado”, cuando en realidad se refiere a la “uniformidad” del arte y de la vida, a la supresión de las diferencias  y la homogenización del deseo. He aquí el plan esquizoide y tentacular de la cultura global. La “nación inmediata” sufre una patología similar a la “vida onírica”; ambas sumergidas en su propia clausura, sordas al estruendo de su propio acontecer y enfrascadas en sus tácticas eufemísticas.

 

VI

Luis Arroyo. ¿Transporte solar o muerte de la luz?, 2017. Foto: Carmen Araujo Arte

 

Pero quizá haya alguna cosa adicional, externa a la instalación que comentamos, que pueda atenuar la opacidad de esta propuesta. Se trata de otra instalación del propio Arroyo, presentada con pocos días de diferencia en la exposición “Onomatopeyas visuales de tiempos difíciles” (Carmen Araujo Arte-Casa Hacienda La Trinidad, Caracas, 18-06-2017). Hablamos de una carpa verde olivo, hecha a escala, colgada de manera invertida. No tiene piso, por lo que su parte inferior se abre al vacío. Para el artista es una “pajarera”. A la manera de Kabakov, el recinto -¿pajarera, jaula, casa, museo?- es el lugar enajenado de la vida psíquica, el hogar del pensamiento diaspórico donde se acumulan elementos sublimados, fragmentos inconexos y acoplamientos impredecibles. 

Luis  Arroyo. Antílope, 2017. Foto: ww.eluniversal.com

 

En otro trabajo desarrollado casi paralelamente para la exposición “Anti ready-made” (Espacio Monitor, Caracas, 01-07-2017), la carpa color militar es de mayor escala y su levitación mucho más potente. Su monumental exterioridad es proporcional a su capacidad de succión interior. Su techo invertido casi rosa el suelo, mientras su base orientada hacia lo alto conduce a un cielo de concreto. Nada puede habitar en esa estancia desguarnecida y sin horizonte, excepto la luz precaria de un bombillo y, otra vez, la hondura inquietante de lo ininteligible. 

 

VII

Hay si, un ensimismamiento, o mejor un descendimiento al mundo de la potencialidad, donde cada cosa funciona como la manifestación fractal de otra o el desencadenamiento sucesivo de efectos no concluyentes (ni excluyentes). ¿Puede el arte escapar de la “uniformidad” y el “dogmatismo” asumiendo la incertidumbre radical de sus efectos? 

 

VIII

De este lado de la jaula -desde el “afuera” liberado de la interpretación- el espectador cree ver la pesadilla que lo asedia en el teatro inmóvil de la obra, como si lo que allí se exhibe bastara para descifrar los avatares de la “nación inmediata”. ¿Terapia?  ¿Alienación? ¿Cómo dicernirlo?

 

IX

Luis Arroyo. Angelus novus, 2017. Foto: Cortesía del artista 

 

Pero volvamos a la bandera blanca y el texto en latín ondeando en la intercepción del maniquí con camisa de fuerza verde olivo y la cabeza de antílope disecado. Arroyo ha sido muy generoso al explicarme el origen y significado de la frase allí inscrita: “angelus novus”. Se trata del título de una obra de Paul Klee fechada en 1920 y adquirida por el filósofo alemán Walter Benjamín, quien en la  lX consideración de sus Tesis sobre Filosofía de la Historia (1940) cree ver en el “angelus novus” el preludio de una tempestad cuyo devastador efecto se incuba en el progreso, pero también en el totalitarismo. El ángel de Klee, como el de Benjamín, ya no puede detenerse a socorrer a los caídos, pero sus ojos desorbitados, al igual que los del antílope disecado de Arroyo ven la tragedia que se avecina. Al parecer, esta es una de las ideas nucleares de la instalación de Arroyo, el presentimiento onírico es ya casi una constatación del desastre que nos acecha.

Luis Arroyo. Angelus novus (detalle), 2017

 

X

Algunos sostienen que el arte debe salir de su “burbuja”; otros, por el contrario, sugieren que debe permanecer como una región inmaculada, al menos protegida de las amenazas mundanas. Pocos admiten que la “vida onírica” es permeable y que su caoticidad irreductible es una forma de canalización y reparación del trauma cotidiano. Lo que corresponde no es aclarar la “naturaleza”  de esos dos mundos incongruentes, sino evaluar la consistencia de esa membrana única –película translúcida o piel invisible- que permite traspasar sus respectivos territorios. Hay también, en el mundo de la visualidad, una “cuarta pared” imperceptible y abismal, que deja ver la sombra platónica de la única realidad que nos está permitida, pues la otra pertenece al ámbito del sueño. ¿Qué diría Bergson al respecto?

 

XI

El Paraíso, Caracas, 19-06-2017. Fuente: talcualdigital.com

 

Entre tanto – aquí y ahora: Caracas, 17 de junio de 2017- la humareda crece y los perdigones agujerean los aposentos de la “república durmiente” ¿Qué deberían hacer el arte y los artistas? Ante esto, sólo queda el doble suicidio que implica el “despertar” a la “nación inmediata” o permanecer a resguardo en el recinto de la “vida onírica”. 

Caracas, junio-julio de 2017

 

Agradecidos con Félix Suazo por este escrito.

 

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