Entrevista a Flavio Suárez Fombona. Por Félix Suazo

Sandra Vivas. Art is the guarantee of sanity. De la exposición “Qué”, Oficina #1, Caracas, 2010

 

Luego de varios años de silencio, el crítico de arte Flavio Suárez Fombona (Santo Domingo, 1966)  aceptó conversar sobre los límites y perspectivas del discurso crítico en la cultura contemporánea. Ni pesimista ni complaciente, Fombona responde varias preguntas sobre el tema con agilidad tajante. Pocos recuerdan sus enconados cuestionamientos al Grupo Provisional (Caracas, 1997-2002) a fines de los años noventa del pasado siglo. Desde entonces no se lo había escuchado hablar de los problemas del arte, lo cual se debe a que estuvo dedicado a una investigación aún no revelada en torno a la relación entre las prácticas simbólicas y el poder en Sur América.  Aunque se rehusó a dar detalles de ese estudio, ésta entrevista deja ver parte de la plataforma conceptual que lo sostiene y cuál es el papel de la crítica de arte en la actualidad.

 

Felix Suazo: Usted solía ser muy crítico con el arte llamado contemporáneo. ¿Qué pasó?
Flavio Suárez Fombona: A nadie le importa la verdad.

FS: ¿Y cuál es la verdad?
FSF: Que el arte está desnudo.

FS: ¿Por qué?
FSF: Cada vez hay más obras y menos arte.

FS: ¿Y qué es lo que les falta a las obras para ser arte?
FSF: Convicción y desinterés.

FS: Pero ni la convicción ni el desinterés son tangibles
FSF: Tampoco el arte es tangible. 

FS: ¿Entonces, el arte debería desaparecer?
FSF: Si, a veces hay que desaparecer para existir.

FS: Eso es contradictorio.
FSF: El arte es contradictorio.

FS: No lo entiendo.
FSF: Es como la idea de Dios, algo que emerge de la desaparición, que no necesita pruebas, si no fe.

FS: ¿Entonces, el arte es una religión? 
FSF: No, en absoluto. 

FS: Otra vez no lo entiendo.
FSF: Como le dije antes, el arte es contradictorio.

Dan Perjovich. Like art, 2014. Fuente: Spike Art magazine

 

FS: Volviendo al tema de la crítica: ¿a qué se debe el debilitamiento de la crítica de arte en la actualidad?
FSF: La gente no quiere crítica, solo “like”. La valoración del arte se reduce a cuantos “like” recibes. 

FS: Entonces, ¿a dónde se fueron los críticos? ¿cuál es su función?
FSF: No hay lugar para la crítica. De hecho, son dos problemas, pues no solo la gente no quiere crítica, sino que a los críticos tampoco les interesa ejercer esa función. 

FS: Eso supone que la crítica ya no es necesaria.
FSF: Todo lo contrario. Ahora es cuando más falta hace la crítica, pues hay muchas cosas en el campo del arte que no andan bien. 

FS: ¿Como cuáles?
FSF Se confunde calidad con éxito.

FS: ¿Una obra exitosa no puede ser de calidad?
FSF: No siempre, a veces las obras gustan o se venden bien, pero eso no significa que sean buenas.

FS: ¿Y cuándo es que son buenas? ¿Qué características permiten distinguir lo bueno en el arte?
FSF: Depende de la obra y de la circunstancia. Se puede pintar “mal” deliberadamente y eso es “bueno”. Por el contrario, se puede ser muy exquisito y eso es “malo”.

FS: Pero eso es muy subjetivo.
FSF: Precisamente. Es como el buen y el mal vino. No basta que la cosecha haya sido buena y que el vino haya madurado lo suficiente. También hay que considerar cómo y dónde se sirve. Así pasa con el arte.

Joseph Kosuth. Glass word material described, 1965. Fuente: Web de la Sean Kelly Gallery

 

FS: Sus respuestas son imprecisas.
FSF: El arte es impreciso, sobre todo si se habla desde una definición general de arte, cosa que no existe. Cada obra es singular e inventa su propia definición, de manera que cada una de ellas exige un análisis específico. 

FS: Eso es fatigante.
FSF: No si uno está atento a la singularidad. Ese es precisamente el trabajo del crítico, en vez de pretender encontrar una equivalencia imposible entre la obra y el canon o de suponer que esta debe ser compatible con un ideal preestablecido.

FS: Pero esa misma premisa que usted plantea hace innecesario el juicio crítico. Si cada obra es singular e inventa su propio canon entonces, ¿para qué la crítica?
FSF: Para distinguir lo relevante de lo común, para escarbar más allá de lo obvio, para completar la ecuación que dice que el valor surge, no en la obra, sino en el acto de la mediación y el intercambio simbólico.

 

Caracas, octubre de 2017

 

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