EN EL BORDE DEL TACTO: María Fernanda Guevara y Daniel Reynolds. Por Victor Fuenmayor

EN EL BORDE  DEL TACTO: María Fernanda Guevara y Daniel Reynolds

Inauguración en Al Borde

Domingo 17 de marzo

2:00pm a 6:00pm

Sitúo las obras de María Fernanda Guevara y Daniel Reynolds en un espacio limite de creación y lectura entre varios órganos perceptivos y lenguajes que llamaré En el borde del tacto. No se trata de un juego de palabras entre el espacio expositivo y el título de una exposición, sino de una coincidencia entre la propuesta artística y el espacio límite de la percepción y lectura de las obras.

El arte cerámico guarda esa conjunción de sensibilidad multisensorial muy primitiva del órgano del tacto y otros órganos que perciben como si se tratara de la vista (la piel puede percibir la forma visual), de lo que se ve con la provocación primitiva de tocar- aunque se trate de un adulto. Esa tactilidad visual determinante, inconsciente o primera del artista cerámico, puede llevarlo, por vías secundarias y ayudadas por la situación límite, hacia opciones creativas cabalgando hacia otras artes o lenguajes: portadas de libros en María Fernanda y  platos con impresión fotográfica de Daniel Reynolds implicarían una elaboración más secundaria y consciente sin perder las determinaciones primarias e inconscientes.

El borde del tacto inaugura ese momento cuando toco para ver mejor con las manos o ya imagino con los ojos las texturas de lo que las manos no pueden tocar. La escucha sinestésica entre dos sentidos en los límites sitúa esa impresión entre varios registros sensibles: de lo táctil a la percepción visual que induce a su vez otras percepciones imaginarias. Las obras nos invitan a una acción cenestésica de una escucha plural de ver con el tacto y de tocar con los ojos objetos y texturas con esa escucha multisensorial de huellas presentes de objetos desaparecidos. Esa presencia-ausencia es propiamente lo que constituye la construcción del signo: señalamiento o representación del lugar donde hubo un cuerpo o una cosa.  Posando objetos, texturas y formas significantes cerámicas, los dos artistas plantan en el espacio  signos que deben ser percibidos y sentidos a través de las redes cenestésicas en búsqueda de la unidad de escritura y lectura del texto cerámico.

La muestra tiene hilos que se dejan ver y tejen un texto que puede leerse en varios sentidos. El ovillo sin todavía ser tejido de Daniel y los hilos de pañitos tejidos de María Fernanda dialogan desde esa misma pasión arqueológica de la sensibilidad cotidiana que deja huella y que debe ser modelada y petrificada en el tejido de un texto para ser conservada en la memoria. Puedo llamar creación arqueológica a la acción de fosilización paradójica de objetos actuales ya que servirán para la impresión cerámica como si se tratara de procesos de enterramiento geológico por largos períodos. La fosilización forma parte del proceso del sentido metafórico y paradójico de la muestra. Vemos las huellas de textiles que desaparecen para transmutarse de la urdimbre a las superficies texturizadas en María Fernanda. Semejantes a huellas petrificadas de una hoja, de un fruto o de un caracol de una época prehistórica, el arte cerámico de Daniel convierten en huellas transmutables los objetos cotidianos y cercanos: latas de sardinas, ovillos o fomenteras. Aun los autos impresos fotográficamente sobre platos cerámicos forman parte de una arqueología irónica al descollar la presencia de modelos ya desaparecidos en gran parte del mundo en nuestras ciudades. Ambos artistas se consagran a la arqueología de lo cotidiano y a la renovación de las formas, sin perder por lo tanto un dejo a la reflexión contemporánea: ¿Qué connotan la portada de los libros en María Fernanda? el apellido Fernández del ceramòlogo argentino coloca la mediación de una teoría del hacer, pero connota la mediación artística apoyada desde la cuasi-homonimia del nombre Fernanda y del apellido Fernández. ¿Qué lectura tienen esos platos con imágenes de viejos autos en un país de alta renta petrolera? Dejo la significación del banquete a la imaginación del espectador.

Un sentido del tiempo cercano petrificándose ya pensándose como lejano somete esos objetos a un imaginario y a una narrativa. María Fernanda nombra fósiles a esas huellas de tejidos y es que, genéticamente, las sensaciones táctiles hacen emerger la primera memoria, anterior  a la imagen y a las palabras, cuando la mano aprisionaba a objetos sin todavía señalarlos ni nombrarlos. El imaginario del tacto nos hace pródigos de esa memoria corpórea, recuerdo sin representación donde lo más cercano puede tocar lo más lejano: hunde la sensación del toque del presente en ese sin fondo de la memoria primitiva y corpórea de lo táctil, pero a la vez se convierte en tacto-ojo organizador del paso al pensamiento visual. La fosilización de los objetos contemporáneos y cercanos nos remite a ese puente latente del espacio en el borde del tacto y otros sentidos donde emerge  el arte donde el lejano pasado y la contemporaneidad, .lo arqueológico y lo actual, lo inconsciente y lo consciente, lo real y lo imaginario, se tocan en sus límites o bordes.

 

Víctor Fuenmayor

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Fuente: Al Borde

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