De muertes y equinoccios: Marco Montiel-Soto en el Museo de arte contemporáneo del Zulia. Una visión de agonía en el trópico

Morían lentamente, eso estaba claro. No eran enemigos.

No eran criminales. No eran nada terrenal,

sólo sombras negras de enfermedad y agotamiento

que yacían confusamente en la tiniebla verdosa. Joseph Conrad [1]

 

El tiempo derrumba las andanzas al mundo de la sabiduría. El viento comienza a columpiarse en las ramas. Algunos ya son puntas que apuntan a las constelaciones. Más allá se ven las sombras del monte. Penumbras que ocultan enigmáticos pareceres. Así, el tiempo caerá como en una calma y serán las puntas de las ramas y las constelaciones en el firmamento las que indiquen que el mundo se ha paralizado. Todo está detenido. En tierras desconocidas nada hay de seguro en ninguna parte. “El carácter de una naturaleza salvaje o cultivada se dibuja ya en los obstáculos que resisten al viajero, ya en las sensaciones que este experimenta”[2]. Sin embargo, “en medio de una naturaleza imponente el género humano allí sólo exhibe algunos restos de hordas poco adelantadas en cultura. Pero en ninguna otra parte lo llama la Naturaleza con mayor instancia a que se remonte a ideas generales sobre la causa de los fenómenos y su mutuo encadenamiento”[3].

Las noticias desde el limbo tropical resuenan en una magnitud difícil de describir. Las formas violentas manifiestas en el paraíso utópico, no son más que las formas múltiples de nuestras intolerancias. Cada pedazo de tierra tocado por los hombres, inmediatamente se carga de historia y por eso cada lugar mostrará su memoria en cualquier instancia del tiempo. En la exposición TOD IN DIE TROPISCHE ERDE: “Por favor no me dejen morir”, Noticias desde un limbo tropical, Marco Montiel-Soto ha integrado el encuentro con la realidad de la violencia, en un contexto como el venezolano, a través de una recreación de la exploración exhaustiva realizada por Humboldt en un limbo. Su trabajo tiene la capacidad de invitar a pensar, generar sentidos y significaciones, múltiples lecturas en el espectador para que este, como individuo y la sumatoria de todos, pueda formar algún cambio frente a las situaciones de conflicto y violencia que se viven actualmente.

El recorrido que sugiere la exposición se inicia al observar la intervención The Caribbean dream is another utopia y se trata de una instalación de hamacas que cuelgan a gran altura y que sólo pueden apreciarse a distancia. En este caso, Montiel-Soto introduce elementos cercanos a la significación metafórica que nos habla de lo humano vulnerable ya que se destaca el anhelo inalcanzable de cierta “comodidad” y refieren al sentimiento de frustración que genera. En este sentido, es inevitable establecer una relación entre la intervención de las hamacas y Confesión oficialista: “Ya no hay dólares” (una postal antigua y titular del periódico) en donde se visualiza una mujer de una clase social claramente pudiente llevada por dos sirvientes en una especie de hamaca que funciona como medio de traslado.

En el caso del conjunto de obras Muerte en la tierra tropical (Machete, tronco y postal de un sinfín extractor de petróleo), Muerte en la tierra tropical azul (Machete, pintura de óleo de paisaje, pedestal, busto de indio, calavera y monedas) y Muerte en la tierra tropical roja (Machete, pintura de óleo de paisaje y tronco) nos da la sensación de un sitio violentado, muestra unos cuadros atravesados con un machete que se convierten en el vestigio de lo que queda más allá de lo idealizado. De esta manera, la percepción del objeto nos lleva a apreciar la conformación del mismo pero, las connotaciones en las manipulaciones, generan no una lectura sino una experiencia.

A través del Nuevo tratado de maracas (video), Montiel-Soto refleja una relación indirecta con el fenómeno de la violencia y la idea falsa de lo que se considera indígena (se han afectado poblaciones indígenas enteras en nombre del progreso económico) en Venezuela. Cuando los acontecimientos sobrepasan lo humano y la relación con los eventos tiene que ver más con discursos, imaginarios, conceptos o ideas, se trata de entender el traslado de las características fundamentales de lo representado a la representación. Los fenómenos a los que alude o se refiere son de grandes magnitudes, con una distancia en el tiempo y con connotaciones políticas y sociales que dificultan su aprehensión y comprensión. No es ya un solo individuo sino un acontecimiento que afecta a un grupo humano, a una sociedad y a la cultura. La relación entonces no es uno a uno, de persona a persona, sino de uno a la totalidad del evento.

Por el contrario, Sucesos del día a día (imágenes de animales acompañados de titulares de prensa), hace referencia a situaciones de violencia y de muerte de individuos particulares. En este caso, se relaciona a lo melancólico pero también a la amargura que deja la pérdida o la ausencia de un ser humano específico. Aquello que Humboldt recibió en su retina y su alma se hace trágica; la regocijada narración (fiel registro de lo que apareció ante el) es sustituido por titulares de prensa que denotan hechos noticiosos cargados de violencia[4].

Sucesos del día a día se podría comparar con Los solteros o La novia en el gran vidrio de Duchamp, en donde lo representado no es lo importante, sino la apariencia de lo mostrado. La verdad o lo verdadero (más allá de la representación) está en su capacidad de hacer contemplar la apariencia de lo expuesto, es decir, la violencia como fenómeno. Pero lo que se percibe no es el acto violento en sí, ni a la víctima, sino una experiencia. La acción de esconder la violencia, de velarla, entra en lo irrepresentable, entendiéndolo como una distorsión de lo “objetivo” y de la certeza del hecho. Esa incertidumbre y subjetividad manifiesta en la obra es lo que cobra valor como lo verdadero ya que no es fácil tratar de representar lo monstruoso que significa la interrupción de la existencia, por eso también está lo irrepresentable relacionado con la impotencia, por la ausencia de aquello que vivió y, por lo tanto, el duelo y la melancolía que esto significa.

Ante el problema de resignificar imágenes de la flora y fauna para referirse a hechos violentos, a través de los titulares de prensa, Montiel-Soto hace una intervención del imaginario social con el espacio artístico creado desde un limbo tropical de manera irónica y, si se quiere, sarcástica. Por tanto, refuerza lo irrepresentable para hacer evidente un cuestionamiento latente que puede ramificarse en diferentes posturas pero también como un enfrentamiento al dolor y la muerte y, por tanto, a la violencia. En el caso de los titulares relacionados a escenas de violencia como asesinatos, suicidios, linchamientos, muertes o accidentes, entre otros eventos, pertenecen a ese limbo ya que la relación con el tiempo es compleja y ambigua. Por medio de la memoria, que refiere a un pasado violento, pone en evidencia el progresivo vacío de la ausencia en el presente. Por eso, se manifiesta así una constante sensación de pérdida y de dolor de aquello perdido.

Una cosa es encarar a la muerte como algo inscrito necesariamente en el destino de los hombres en general en tanto miembros de la clase de los seres vivos, otra cosa es pensar la realidad de cada muerte individual. Entre los muertos y la muerte, o sea, entre determinado acontecimiento biográfico y determinada condición ontológica – o mejor, escatológica- los lazos no son simples. La efervescencia ritual provocada por una muerte varía de acuerdo con la importancia social del difunto, por tanto, esto se evidencia con El país en calma luego del anuncio de la muerte de Chávez (mapa de Venezuela arrugado acompañado de titular del periódico). Como Robert Hertz (1970) observó, la muerte no se limita a poner fin a la existencia corporal. Ella destruye al mismo tiempo el ser social investido sobre la individualidad física, a lo que la conciencia colectiva atribuye una mayor o menor dignidad. Sin embargo, evitando afrontar la evidencia de la entropía y de pensarse en la finitud, escuchamos a lo lejos “Por favor no me dejen morir”.-

Sonia Sofía Quintero. 2015

 


 

[1] El corazón de las tinieblas, Edición Orbits, S.A. Barcelona, 1986, p.35

[2] Alejandro de Humboldt, Viaje a las regiones Equinocciales del Nuevo Continente, Tomo I, Monte Ávila Editores, Caracas, 1991, pág. 27

[3] Op. Cit., pág. 29

[4] La sociología de la comunicación denuncia que la sociedad actual se recrea en ejercicios ociosos, en el gusto por el caos, en consumos discursivos y corporales que posicionan la agonía efímera y [re] inventan nuevas tácticas, nuevos patrones de la existencia. La muerte, pues, se ha reinventado, a partir de la práctica mediática del suceso cotidiano y local, en un hecho instantáneo, se cuenta, se consume, se socializa. El caos actual tiene su origen en esa dislocación que ha provocado el discurso de los medios por la fascinación de lo íntimo.

 

Imágenes de sala cortesía de Marco Montiel-Soto

 

 

Fuente: Marco Montiel-Soto

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